'Tsunami'
Hoy el día va sobre Tsunami.
Pasó por muchos nombres, pero en mi casa no sabíamos cual era, así que la llamamos Tsunami, porque arrasaba con todo lo que veía. Idea de mi hermana.
Acabó con nosotros, porque su principal dueña de pronto no pudo hacerse cargo de ella. Para no volver a la protectora de la que fue adoptada, una amiga la acogió en su casa.
Lamentablemente, no pudo más que quedarse unos días con ella, por motivos personales y familiares, y en su búsqueda desesperada por encontrar una casa para la pequeña Tsu, se encontró con una familia que no supo decirle que no a esa mirada.
Dormía con mi hermana, y pasaba el resto del día a mis pies, mientras intentaba estudiar.
Fue y es una de las perras más listas que he conocido. Y a pesar de haberse ganado ese nombre, era muy buena y sobretodo cariñosa.
Después de unos días, y de buscar a una persona comprometida con la perra, pensábamos en tirar la toalla, e intentar hacerle un hueco en nuestras vidas. Pero para bien o para mal, mi amiga consiguió encontrarle una casa estable y dispuesta a hacerse cargo durante toda la vida de la perra.
De modo que entre lágrimas, abrazos y lametones, dijimos de nuevo adiós a la pequeña Tsunami.
Cuento esta historia, aparte de porque Tsu me enamoró desde el primer momento, porque la gente debería de tomar conciencia antes de saber lo que significa tener un perro.
Fuimos tres personas en su vida, salvándole de una vuelta a la perrera. Fuimos tres personas dispuestas a hacerlo todo por ella, sin habernos comprometido en ningún momento a ello (sobretodo mi amiga, que casi se queda sin cena de navidad, literalmente).
Pero fueron más de tres, más de cuatro, y casi más de cinco personas las que dijeron que sí, y al día siguiente la perra estaba de nuevo en nuestra casa.
Adopta a un animal, pero por favor, antes de hacerlo, infórmate, pregunta, y sobretodo asegúrate que puedes darle la vida que se merece.
Gracias a mi hermana, que aún hoy la echa de menos y que la cuidó como si fuera suya, gracias a mi otra hermana que tuvo que convivir con ella, gracias a mi madre que no puso apenas pegas a la nueva 'adquisición' y gracias a mi amiga, Marta, que confió en nosotros para cuidarla.
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