La Impaciencia
Imagina que un día te despiertas y estás en un país nuevo.
No conoces la lengua.
No tienes a tu familia cerca. Las costumbres son diferentes.
En todas partes hay un olor distinto, desconocido...
¿Cómo te sentirías esos días?
Probablemente asustado, tímido y sin ganas de salir de casa.
Poco a poco, a medida que te acostumbrases a tu nueva vida, e hicieses compañeros y amigos, te relajarías.
Y volverías a estar contento.
Ahora mira a tu mascota e intenta entenderla.
Este proceso es exactamente el mismo por el que pasan los animales adoptados, e incluso los que no son adoptados, si no que simplemente llegan de cachorros a nuestras casas.
Cuando un animal cambia de ambiente, sea adulto o cachorro, es un cambio muy importante para él. Los nuevos propietarios deben comprender esta situación y dejar al animal su espacio y su tiempo.
No podemos pretender que en cinco minutos, un día o una semana sea la mascota perfecta. Obviamente hay animales que se adaptan desde el primer instante. Pero igual que algunos tardamos más tiempo en adaptarnos a los cambios que otros, a los animales les sucede lo mismo.
Ponte en su lugar, e imagina que tu vida ha cambiado radicalmente, y que nada es como lo era antes, y que nadie te había avisado. O imagina que tu vida anterior estuvo llena de malos momentos, y de pronto tienes que asumir que la gente será buena contigo, porque sí. No, los animales se recuperan muy rápido de la cosas, pero necesitan tiempo de adaptación, sea bien por cambio de casa, de familia, cambio de su estado físico...
A menudo la gente adopta animales pensando que será como tener un nuevo miembro desde el principio. No obstante, cuando adoptas a un niño sabes que su adaptación será probablemente larga, y que a veces hasta se necesita ayuda de especialistas. No por ello merecen volver a ser abandonados. No por ello debemos pensar que no son lo que esperábamos.
Hay que dejar que el tiempo ayude a esos animales, y poco a poco ir creando un lazo con ellos. Esto puede ser cuestión de horas, de días o de meses.
Ladridos, maullidos, días sin comer, días sin salir... ¿Cómo reaccionarías tú?
Ármate de paciencia. Si tomaste la decisión de adoptar a un animal, puedes tomar la decisión de ayudarle siempre.
Apuesta por ellos, porque si no, ¿quién lo hará?
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