Parásitos Intestinales
‘Lávate las manos antes de
comer.
¡No des besos al perro/ gato!
¡Baja al perro/gato de tu cama!’
Desde pequeños nuestras madres, padres, abuelas y abuelos nos regañaban y
molestaban repitiendo constantemente que debíamos tener un control de la
higiene cuando manipulábamos a nuestro perro o gato.
Hace no muchos años, los perros en España vivían sólo fuera de la casa.
Eran guardianes. Les queríamos, pero más que tratarles como a un familiar, les
tratábamos como a un animal. Actualmente han cambiado muchas costumbres.
Naturalmente sigue habiendo perros guardianes que no entran en casa, perros que
no son guardianes y aun así duermen fuera de casa, y también hay perros que
viven con nosotros en casa y comparten su vida con nosotros, y aquellos que los
comparten todo con nosotros: desde la casa, hasta la cama y el pan de antes de
comer.
No quiero entrar al tema acerca de la humanización de las mascotas, dado
que ese es un ámbito directamente relacionado con la etología y el
comportamiento, y sólo indirectamente con la salud, aunque esa ‘humanización’
de las mascotas de la que tantos hablan es parte del motivo de este artículo.
Se habla constantemente de la importancia de las vacunas anuales, de
prevenir contra la Leishmania, de hacer revisiones periódicas, y se olvida
frecuentemente esa pequeña pastilla cada tres meses: la desparasitación
interna.
Parece que sólo tenemos miedo a que nos contagien pulgas o garrapatas. O
que simplemente sólo pensemos que nos es higiénico no lavarse las manos después
de jugar con nuestra mascota, por el hecho de que se ensucien las manos con su
pelo empolvado. Si, se trata de higiene, pero de higiene sanitaria.
Los perros pueden sufrir infestaciones por
parásitos internos con la misma o mayor facilidad que pueden coger pulgas,
garrapatas o ser picados por un mosquito con leishmania, es decir, parásitos
externos. La gravedad está, en que nosotros podemos contagiarnos casi con mayor
facilidad por sus parásitos internos que por los externos.
Hay estudios que demuestran que el 30% de las diarreas que sufren los
niños se deben a parásitos intestinales, probablemente contagiados o bien por
la mascota que comparte casa con el niño, o bien por los diminutos parásitos
que se encuentran en los areneros, parques y jardines y con los que los niños,
al jugar en esas zonas, entran en contacto. Esto no significa ni mucho menos
que los niños o adultos no deban convivir con animales, o abrazarlos o jugar
con ellos, tan sólo significa que debemos cuidar una higiene básica, y una
sanidad básica. Es decir, si nos preocupamos por desparasitar a nuestra
mascota, recogemos sus heces cuando paseamos o cuando las hace en el arenero y
las eliminamos correctamente, no tenemos que preocuparnos por sufrir
infestaciones por parásitos internos contagiados por nuestra mascota ni porque
contagien a nadie.
Poner contenedores y papeleras por las calles de las ciudades con bolsas
biodegradables para la recogida de las heces de los perros, no sólo es por
evitar que las calles estén sucias, si no para evitar la propagación de estos
parásitos que son capaces de reproducirse en cualquier lugar. Ayudando a
mantener limpia la ciudad, también ayudamos a nuestra propia salud y bienestar,
y a la de muchos otros perros.
La desparasitación trimestral, no es un acuerdo veterinario para dar más
pastillas a los animales. Si no que es una medida de salud importante, que
puede evitar que nosotros enfermemos.
Aunque al comienzo del artículo sólo se habla de la importancia de la
desparasitación interna, la externa no tiene menos importancia, dado que los
parásitos externos que pueden morder a nuestra mascota, también pueden
mordernos a nosotros, contagiándonos las mismas enfermedades que a ellos, las
cuales también se mencionarán a continuación.
Tanto los parásitos internos como los externos, son transmisores de
enfermedades zoonosicas, es decir, enfermedades que el animal puede contagiar
al hombre, y viceversa.
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